En el ejercicio de la abogacía, especialmente en la resolución de conflictos, la tentación de ceñirse estrictamente al proceso legal puede ser muy fuerte. Formular una demanda, responderla, esperar una sentencia: el camino parece claro y seguro. Sin embargo, la realidad demuestra una y otra vez que las soluciones verdaderamente efectivas —las que cambian vidas, reparan relaciones y evitan años de desgaste emocional y económico— nacen muchas veces fuera de los moldes tradicionales.
El derecho nos brinda un marco, pero dentro de ese marco, la creatividad es fundamental. Ser creativos como abogados no implica apartarnos de la ley, sino todo lo contrario: utilizarla con inteligencia para abrir caminos, diseñar estrategias y proponer alternativas que se adapten a las necesidades reales de las personas.
¿Qué implica ser creativo en el ejercicio profesional?
Implica escuchar más allá de las palabras. Implica ver oportunidades de acuerdo donde otros ven un conflicto irreconciliable. Implica animarse a proponer soluciones que quizás no están previstas de manera explícita en los códigos, pero que son perfectamente válidas dentro del orden jurídico.
La mediación, los acuerdos extrajudiciales, las conciliaciones innovadoras son ejemplos de cómo, con creatividad, es posible encontrar alternativas más rápidas, económicas y humanas que el litigio puro. Soluciones que no solo resuelven un expediente, sino que sanan heridas, conservan vínculos y permiten a las partes recuperar el control de su historia.
Salir del esquema tradicional: un acto de valentía y profesionalismo
Ser creativo en derecho no es improvisar ni actuar de manera irresponsable. Al contrario: requiere preparación, visión estratégica y mucha sensibilidad. No se trata de inventar normas, sino de saber utilizar el marco legal para diseñar propuestas que sirvan realmente a las personas, en lugar de encajarlas a la fuerza en una sentencia que, muchas veces, no satisface a nadie.
La creatividad en el ejercicio de la abogacía es, entonces, un acto de compromiso profesional. Es entender que no estamos para ganar juicios, sino para resolver conflictos. Que nuestro verdadero éxito no está en una sentencia favorable, sino en un acuerdo justo, sostenible y verdaderamente reparador.
El desafío para los abogados del presente (y del futuro)
En un mundo en constante cambio, donde las relaciones humanas son cada vez más complejas, el abogado que sabe negociar, mediar y construir soluciones innovadoras tendrá una ventaja enorme. No solo para sus clientes, sino para el sistema de justicia en su conjunto.
Salir de lo cuadrado del derecho no significa abandonar la técnica; significa enriquecerla con creatividad, empatía y visión. Porque al final del día, el derecho —como la vida— no es un tablero rígido, sino un espacio dinámico donde las mejores soluciones se construyen pensando diferente.